Imagen destacada del artículo: Playa de Benijo: Donde el mar manda y tú solo puedes escuchar

Playa de Benijo: Donde el mar manda y tú solo puedes escuchar

Foto de perfil de Juan Pérez
Juan Pérez Autor

¿Sabes esa sensación de estar en un lugar que te recuerda lo pequeño que eres? No te hablo de un mirador con mucha gente, sino de un sitio que te obliga a bajar la voz. En Canarias hay unos cuantos rincones así, pero Benijo es especial. Te voy a contar cómo entender esta playa, porque más que para visitarla, es para sentirla y, sobre todo, para respetarla.

El viaje a Anaga: un filtro natural

Antes de pisar la arena negra de Benijo, tienes que ganártelo. El viaje es parte del ritual. La carretera que se adentra en el Macizo de Anaga es una maravilla que serpentea entre la laurisilva. Hay días que la bruma, lo que aquí llamamos “panza de burro”, se mete hasta el coche y huele a tierra húmeda, a monte. Y de repente, tras una curva, se abre el océano inmenso y el paisaje cambia por completo. Ya no hay árboles, solo acantilados que caen a plomo sobre el mar. Ese contraste te va preparando el cuerpo. No vas a un sitio cualquiera.

La carretera serpenteante que atraviesa el Macizo de Anaga con el océano de fondo

La playa que aparece y desaparece

Cuando dejas el coche arriba, en el caserío, y empiezas a bajar el sendero, lo primero que te golpea es el sonido. El rugido constante del Atlántico contra los Roques de Anaga. Es una música potente, que impone. Benijo no es una playa de silencio, es una playa de estruendo.

La arena es oscura, casi negra, y fina. Pero aquí va el primer secreto, el que de verdad importa: Benijo es una playa de mareas. Tienes que ir con marea baja o vaciando. Es entonces cuando se descubre una lengua de arena enorme, perfecta para caminar y sentirte solo en el mundo. Con la marea alta, el mar se come la playa casi por completo y te deja acorralado contra la pared del acantilado. Los que somos de aquí siempre miramos la tabla de mareas antes de arrancar. Es la ley no escrita del lugar.

Los imponentes Roques de Anaga emergiendo del mar en la playa de Benijo con la marea baja

Esos gigantes de piedra que ves en el agua, el Roque Benijo y el Roque La Rapadura, son los guardianes del lugar. Llevan ahí siglos, viendo subir y bajar el mar. Cuando estás abajo, te sientes observado por ellos. Es una sensación increíble.

Unas cositas que tienes que saber antes de bajar

Aquí te hablo claro, como se lo diría a un amigo. Benijo es salvaje, y eso tiene una cara B que hay que conocer.

  • El mar no es para jugar: Esto es lo más importante. El oleaje es fuerte y las corrientes de resaca tienen muy mala idea. No es una playa para hacerse el valiente. Mójate en la orilla, disfruta de la espuma, pero no te confíes. He salido a pescar por esta zona y sé el genio que tiene el mar por aquí.
  • La montaña también habla: Los acantilados que rodean la playa son de material volcánico antiguo. A veces, la naturaleza se mueve y pueden caer piedras. Antes de bajar el sendero, pregunta en cualquiera de los restaurantes de arriba. Ellos viven allí, saben cómo está el camino cada día. Si te dicen que no es un buen día para bajar, hazles caso. Anaga manda.
  • Comida y atardecer: Al terminar el día, no hay mejor plan que subir y comerte unas papas arrugadas con un buen pescado fresco en alguno de los sitios de arriba. “El Frontón” o “Casa Paca” son de toda la vida. Las vistas del atardecer desde allí, con el sol escondiéndose tras los roques, te arreglan el alma. Es el final perfecto para un día en Benijo.
  • Sin nada, con todo: Abajo no hay nada. Ni socorrista, ni quiosco, ni duchas. Lleva agua y algo de comer. Y por favor, llévate absolutamente todo lo que bajes. La belleza de Benijo está en que parece que nadie ha estado allí antes que tú. Ayudemos a que siga así.

Benijo no es una playa para ir todos los días. Es un lugar al que se va cuando necesitas una dosis de naturaleza en estado puro, un recordatorio de que no controlamos nada. Es un rincón que te exige respeto y te devuelve una paz brutal. La próxima vez que vengas y quieras desconectar de verdad, avísame. Si la marea está buena, te llevo.

Preguntas frecuentes

¿Cómo es el acceso a la playa de Benijo?

El acceso es a pie, por un sendero con bastantes escaleras que baja desde la zona de aparcamiento. No es muy largo, pero tiene su pendiente. Lo más importante es preguntar siempre en los restaurantes de arriba por el estado del camino, ya que a veces puede haber desprendimientos y no es seguro bajar.

¿Es una playa para ir con niños?

Sinceramente, no la recomendaría para niños muy pequeños. El acceso puede ser cansado para ellos y el oleaje es fuerte y constante, lo que la hace poco segura para el baño infantil. Es más una playa para adultos que buscan tranquilidad y un entorno salvaje.

¿Cuál es el mejor momento del día para ir a Benijo?

Sin ninguna duda, tienes que ir coincidiendo con la marea baja. Consulta una tabla de mareas antes de planificar la visita. Así podrás disfrutar de la playa en toda su extensión. Además, los atardeceres desde Benijo o desde los restaurantes de arriba son de los que no se olvidan.

¿Se practica nudismo en Benijo?

Sí, es una playa donde el nudismo se practica desde hace muchísimos años con total naturalidad. Hay un ambiente de mucho respeto, así que tanto si lo practicas como si no, te sentirás cómodo. Aquí cada uno va a lo suyo, a conectar con el entorno.

¿Qué hago si el camino a Benijo está cerrado?

Si al llegar te dicen que no se puede bajar, no te preocupes, el viaje no ha sido en vano. Muy cerca tienes la playa de Almáciga y la del Roque de las Bodegas, en Taganana. Son diferentes a Benijo, más familiares, pero el paisaje sigue siendo espectacular y podrás disfrutar igualmente del ambiente de Anaga.

¿Te ha gustado este artículo? ¡Compártelo con tus amigos y familiares!

Descubre tenerife con estas excursiones recomendadas