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El Muelle de Agaete: Mi Rincón Favorito del Norte

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Pedro Martel Autor

¿Sabes esa sensación cuando conduces por una carretera de la costa y, de repente, el aire cambia? En Gran Canaria pasa justo al dejar atrás la capital y tirar para el noroeste. Se va el runrún de la ciudad y empieza a oler a salitre, a pueblo marinero de verdad. Pues ese olor te lleva directo al Puerto de las Nieves, en Agaete. Muchos lo conocen solo como el sitio donde se coge el ferry para Tenerife, pero te voy a contar por qué, para los de aquí, es un refugio al que siempre volvemos.

La playa que no es de arena, y menos mal

No vengas al Muelle de las Nieves buscando arena fina y dorada, porque no la vas a encontrar. Y esa es parte de su magia. Aquí lo que pisa tus pies son callaos, esas piedras redondas pulidas por el mar durante siglos. El sonido que hacen cuando las olas se retiran es la banda sonora del norte. El agua, casi siempre transparente y fresca, de esa que te espabila el cuerpo y el alma, está protegida por el espigón del muelle, así que el baño suele ser tranquilo.

Vista de la Playa de las Nieves en Agaete, con sus características piedras y los acantilados de Tamadaba al fondo.

Es una playa de pueblo, de las de toda la vida. Los domingos por la mañana se llena de familias de la zona con sus neveras, sus tortillas y ese jaleo sano que da gusto escuchar. El ir y venir del barco de Fred Olsen marca el ritmo del día, es como el latido del puerto. Desde la orilla, la vista de los acantilados de Tamadaba es de las que te dejan sin palabras, sobre todo cuando el sol empieza a caer y tiñe las rocas de naranja. Aquí estaba el famoso Dedo de Dios, que una tormenta se llevó hace años, pero el paisaje sigue teniendo una fuerza que impone.

Consejos de un local para la playa

Si no estás acostumbrado a los callaos, tráete unos escarpines o “cholas” de goma, te cambiará la vida. No hace falta que cargues con sombrilla si no quieres; a media tarde, los riscos empiezan a dar una sombra natural que se agradece. Y un último apunte: no te asustes si el agua te parece fría al principio, es la corriente del Atlántico, que aquí se siente pura. Entra de golpe, sin pensarlo, como hacemos nosotros.

Donde el pescado sabe a lo que tiene que saber: a mar

Ahora vamos a lo importante, que un día de playa sin una buena comida no es un día completo. El paseo marítimo está lleno de restaurantes, uno al lado del otro, con sus terrazas mirando al mar. Mi consejo es que te dejes guiar por el olfato y el instinto. Si un sitio huele a pescado fresco a la plancha y ves a gente del pueblo comiendo, ahí es.

No te compliques la vida mirando la carta. Levántate, acércate a la vitrina del pescado fresco y pregunta: “¿Qué tienen bueno de hoy?”. Un cherne, una vieja, unos sargos… lo que hayan traído los barcos esa mañana. Pídelo a la espalda o a la plancha, con unas papas arrugadas y su mojo. El caldo de pescado de primero es casi obligatorio, sobre todo si el día está un poco nublado. Te recompone el cuerpo.

Recuerdo una vez, faenando por la zona con un amigo, que llegamos al muelle a mediodía con cuatro samas decentes. Se las llevamos a Manolo, el del restaurante de la esquina, y nos las preparó allí mismo. Nos sentamos en la terraza, con los pies todavía mojados y el sabor a sal en los labios. Ese es el sabor de Agaete, el de las cosas sencillas y auténticas.

Más allá de la toalla: Las Salinas

Cuando te canses de estar en la playa o después de comer, no te vayas. Ponte a caminar por el paseo hacia la derecha, dejando el muelle a tu espalda. En menos de diez minutos llegarás a un sitio espectacular: Las Salinas. Son tres piscinas naturales excavadas en la roca, conectadas por tubos de lava.

Las piscinas naturales de Las Salinas de Agaete, un lugar perfecto para un baño protegido del oleaje.

Este es el plan B perfecto para los días en que el mar está un poco revuelto. Aquí el agua está en calma, protegida por los muros de piedra. Es un sitio ideal para flotar, mirar al cielo y no pensar en nada. Si el mar está bravo, el espectáculo de las olas rompiendo contra las rocas y salpicando dentro de las piscinas es tremendo. La próxima vez que vengas, te llevo. Es un baño que no se olvida.

Preguntas frecuentes

¿Es buena playa para ir con niños?

Sí, es un sitio muy familiar. El agua suele estar calmada al estar protegida por el muelle. El único “pero” son las piedras; si los niños no están acostumbrados, unos escarpines son la mejor inversión para que disfruten sin quejarse.

¿Cómo llego desde Las Palmas sin coche?

Muy fácil. La guagua (el autobús) número 103 sale de la estación de San Telmo y te deja prácticamente en el mismo puerto. Es un trayecto cómodo y con unas vistas bonitas de la costa norte.

¿La playa de callaos es muy incómoda?

Es diferente. Al principio se hace raro caminar, pero te acostumbras. Lo bueno es que el agua se mantiene increíblemente limpia y no te llevas arena a casa para redecorar el suelo. Una esterilla un poco más gruesa de lo normal o una silla de playa y problema resuelto.

¿Qué hago si el mar está muy movido en la playa?

Ese es el momento perfecto para descubrir Las Salinas. Como te contaba, son unas piscinas naturales protegidas del oleaje. Mucha gente, entre los que me incluyo, prefiere bañarse allí directamente. Es un planazo asegurado, haga el tiempo que haga.

¿Cuál es la mejor hora para visitar el Puerto de las Nieves?

Depende de lo que busques. Para coger buen sitio en la playa y aparcar sin volverte loco, antes de las 11 de la mañana. Para comer, sobre la una o te tocará esperar. Y para mí, el mejor momento es al atardecer, cuando la mayoría de la gente se ha ido y puedes ver la puesta de sol con Tenerife en el horizonte. La calma a esa hora es impagable.

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