
¿Sabes esa idea que uno tiene de una “playa urbana”? Pues olvídate. Casi siempre son un apaño, un trozo de arena con vistas a un puerto. Las Canteras es otra cosa. Para nosotros, los que somos de aquí, es como el salón de casa, pero con olor a salitre. Te voy a contar cómo vivirla, no solo cómo visitarla, para que entiendas por qué esta playa tiene alma.
Lo primero que tienes que entender es que no hay “una” playa de Las Canteras. Son varios mundos en tres kilómetros. Caminar por el paseo es como cambiar de isla sin moverte de la arena. Cada tramo tiene su gente, su ritmo y hasta su propia forma de hablar con el mar.
Empezamos por el sur, por la zona de La Cícer. Aquí la arena se vuelve más oscura, casi negra, y la playa se olvida de ser mansa. Aquí no hay barra que la proteja, así que el Atlántico entra con ganas. Es el gimnasio de la ciudad al aire libre. Verás a los surferos esperando la ola buena desde que amanece. El ambiente es joven, dinámico, con un runrún constante de tablas y neoprenos. Si te gusta la acción, este es tu sitio.
A medida que caminas hacia el norte, la cosa se calma. Pasas por zonas como Peña La Vieja y Playa Chica, que son el corazón familiar de Las Canteras. Aquí es donde entra en juego la magia de La Barra, esa lengua de roca volcánica que ves a unos metros de la orilla. No es un simple rompeolas, es la guardiana de la playa. Con la marea alta, la tienes cubierta y el agua es tranquila. Pero cuando baja… amigo, eso es un espectáculo. Se convierte en un acuario natural. Cuando era chaval, mi padre me enseñó a “mariscar” en los charcos que se forman, buscando cangrejos y pequeñas fulas. Es el mejor sitio para ponerte unas gafas de buceo y sentir que nadas en una pecera.
Y al final del todo, llegas a La Puntilla. Para mí, el rincón con más encanto. Aquí la arena es dorada y fina, y el mar parece un lago. Es la zona de los pescadores de toda la vida, con sus pequeñas barcas de colores varadas en la arena esperando la noche. El olor a pescado fresco a la plancha de los restaurantes se mezcla con el del salitre. Aquí es donde venimos a dar el último paseo del día, cuando el sol cae por detrás de la montaña de Gáldar y el cielo se tiñe de colores imposibles.
Como buen amigo, te dejo unos consejos que no vienen en las guías. Son de esos que se aprenden a base de vivir aquí.
Al final, lo que te quiero decir es que vengas sin prisa. Siéntate en el muro del paseo a primera hora de la mañana y mira a los de siempre hacer su caminata. Vete a mediodía y escucha el barullo de las familias. Quédate hasta el atardecer y comparte el silencio de los que van a despedir el día. Las Canteras no es un sitio para estar, es un sitio para ser. Y cuando vengas, si me ves, salúdame. Seguramente estaré por ahí, mirando el mar.
Depende de lo que busques. Si quieres paz y caminar, a primera hora de la mañana (7-9 am) es una maravilla. Si quieres hacer snorkel y ver la vida en La Barra, tienes que ir con la marea baja. Y para el baño y el ambiente familiar, desde mediodía hasta que cae la tarde, que es cuando bajamos los de aquí.
Totalmente. La zona desde Playa Chica hasta La Puntilla es prácticamente una piscina natural gigante gracias a La Barra. El oleaje es casi nulo y el agua no cubre hasta bien adentro. Los domingos se llena de familias de la isla, con sus neveras y sus sombrillas. Es el mejor certificado de calidad.
¿Se puede hacer snorkel? ¿Necesito llevar mi propio equipo?
Sí, es uno de los grandes placeres de la playa, pero solo con marea baja. La zona de Playa Chica y Peña la Vieja es la mejor. Hay sitios por el paseo donde alquilan equipo, pero si tienes unas gafas y un tubo, tráetelos. No necesitas más para alucinar con los peces de colores que viven en La Barra.
¿Qué hago si el día está nublado por la “panza de burro”?
¡Disfrutarla! La “panza de burro” es un fenómeno local que nos da una tregua del sol fuerte. La temperatura sigue siendo ideal para estar en la playa y bañarse. De hecho, a muchos nos gusta más así. Pero ojo, no te confíes: las nubes filtran los rayos y te puedes quemar igual o peor. Ponte crema.
¿Dónde como algo auténtico que no sea para turistas?
Mi consejo es que te des un paseo por el entorno del Mercado del Puerto, muy cerca de La Puntilla. Allí y en las calles traseras del paseo encontrarás bares y restaurantes de toda la vida. Donde veas a gente mayor del barrio tomando un vino, ahí es. Pide lo que te recomienden ese día.
La mejor forma es en “guagua” (autobús). Hay un montón de líneas que te dejan prácticamente en el paseo marítimo, como las que paran en el Parque Santa Catalina o en el Auditorio Alfredo Kraus. Es cómodo, barato y te quitas el problema de buscar aparcamiento, que te aseguro que es un dolor de cabeza.
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